Alguna que otra vez, charlando con amigos o conocidos policías o guardias civiles -alguno de ellos en homicidios-, no han parado de lamentar el tremendo daño que han hecho a su trabajo series como CSI y todas sus versiones. Que si análisis de ADN con un pelo de la axila del sospechoso, que si las huellas en cualquier superficie, que si secuencias o reconstrucciones por ordenador con unos procesadores que ya quisiera la NASA... Desde que triunfan Grissom y sus muchachos no hay día en las comisarías o cuartelillos en los que no llegue algún denunciante exigiendo tal o cual prueba...
Si tengo que elegir la plasmación en televisión de una investigación policial, me quedo con esta secuencia de The Wire. Durante mucho tiempo he oído calificar esta serie como la sucesora de Los Soprano, y eso mismo me ha impedido verla durante años. Ahora que me he quedado sin Tony y compañía, no he tenido más remedio que descargármela. Al principio cuesta entrar en ella, pero la recreación de los suburbios de Baltimore y el negocio de la droga parecen muy realista. Y los personajes, tanto los polis como los pandilleros, están muy bien trabajados, sin estrellitas ni chorradas. Es dura realidad recreada en ficción, con su buena cuota de personajes medio malos-medio buenos, como cualquier serie de calidad que se precie últimamente. Y uno puede imaginarse, cuando ve las movidas para montar la escucha policial, al juez Torres y a sus policías de Malaya. En lugar de seguir la pista al jefe del clan mafioso de la droga Avon Barksdale, lo hacían con Roca, Muñoz, Yagüe y el resto de joyas de Marbella...
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