miércoles, 22 de octubre de 2008

Sangre de verdad



Dentro del fascinante mundo de los monstruos, los vampiros siempre han sido mis favoritos. La verdad, no creo ser muy original en esto, porque no conozco a nadie seducido por el cortito Frankenstein (sí por la obra de Sheilly), por las vendas putrefactas de la momia o por el hombre-lobo necesitado de depilación. Pero en cambio con Drácula y sus herederos el atractivo es innegable. Puestos a ser un monstruo, mejor dedicarte a morder lindos cuellos e ir pululando de farra por la noche.


Así que no es de extrañar que tengamos mil y una versiones, adaptaciones e interpretaciones modernas del clásico de Stoker, una novela que no está nada mal, por cierto. Desde los 'jóvenes ocultos', aquellos chupasangres adolescentes californianos con Kiefer Sutherland y Jason Patric enfrentándose (y no por Julia Roberts, aún), hasta las locuras tejano-mejicanas de John Carpenter.

De un tiempo a esta parte, también la televisión ha acogido a los hijos de Transilvania. De Buffy cazavampiros pasamos a su spin-off, Angel, aunque ambas eran un poco chorras e infantiloides, la verdad. Después surgieron otros subproductos, hasta que el maestro de los guionistas televisivos (y cinematográficos), el gran Alan Ball, se ha decidido a meterles mano. En 'True Blood', los vampiros salen del armario. Los japoneses, quién si no, inventan una sangre artificial que les permite sobrevivir sin pegar bocados a todo quisqui, y aunque algunos mantienen su agresividad y sympathy for the devil, otros intentan relacionarse con relativa normalidad con los seres humanos.


Y ahí entran nuestros protagonistas. La joven y ya crecidita Anna Paquin que ganó un oscar por 'El piano' siendo una niña (hay que ver cómo pasa el tiempo) es la protagonista de esta historia ambientada en el profundo sur americano. Los acentos son espectaculares y la historia, que al principio no acaba de entrar, empieza a engancharnos. Se esperaba mucho, mucho, de Alan Ball tras 'A dos metros bajo tierra'. No sería justo esperar algo similar de 'True Blood'. Pero vistos ya seis capítulos, empieza a ser un buen bocado para pasar las oscuras noches.




1 comentario:

Agustín Rivera dijo...

Prefiero los zombis a los vampiros, aunque el Drácula de Coppola me gustó mucho.

Me alegro que por fin reconozca el poder nipón: "Los japoneses, quién si no".

Ya sabes, Tora, tora, tora!!